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Sólo muere lo que deja de importarnos

Dicen que los blogs están muertos. Puede ser. También dicen que los libros están muertos. También puede ser.

Pero yo amo leer, especialmente blogs y libros. Y tampoco puedo dejar de escribir.

Por eso leo y escribo tanto como puedo. Tanto como pueda permitirme. Aunque eso sea, según parece ahora, una actividad paranormal.

Desempolvaré mi tabla Ouija si es necesario, pero pienso seguir leyendo y escribiendo aunque tenga que traspasar las fronteras de la muerte.

También puede ser que quienes quieren matar a blogs y libros sean aquellos que no quieren leer ni, mucho menos, que leamos los demás.

Sea como sea, y le pese a quien le pese, las cosas sólo mueren si las olvidamos. Mueren cuando dejamos de creer que existen, cuando dejamos de amarlas, cuando dejan de importarnos.

Puede que este blog esté condenado a tener solo una fracción de los lectores que podría haber tenido hace 5 años. También es cierto que cada año se venden menos libros. Esos son los argumentos de enterradores y empleados funerarios. Oscuros mercaderes de la muerte.

Pero, ¿y a mí que importa? Yo no soy una editorial. No escribo para batir récords. ¿Quién ha hecho de esto un deporte olímpico? ¿Desde cuándo la satisfacción de escribir se mide en cantidad bruta de lectores? El culmen de la perversión industrial en la producción cultural es llegar a convencernos de que su valor está ligado al volumen. Y por ese camino, se acaba pretendiendo reemplazar gratificación por retribución.

Allí es, precisamente, donde van los blogs a morir.

Yo, en cambio, escribo para satisfacer mi curiosidad y la de un puñado de personas. Ojalá sean muchas, no voy a negarlo, pero aunque sean muy pocas, me hacen sentir maravillosamente afortunado por tener un lugar donde escribir. Porque sé que si yo disfruto escribiendo, ellos disfrutarán leyendo. Y me lo harán saber. Y eso es todo lo que necesito.

Así que este es el trato: yo prometo escribir aquí cosas que consigan conmoverme, inspirarme o hacerme pensar. A cambio sólo te pido que, de vez en cuando, me dejes saber tu opinión. Que me hagas saber que estás ahí y que te importa esto.

Así sabré que este blog, y su autor, siguen venciendo a la muerte.


Fotografia por Dustin Gaffke bajo licencia Creative Commons.

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Mau Santambrosio

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